Maximiliano Altamirano (26) y Maximiliano Camillieri (29) terminaron ayer, cerca de las 15, un día normal de trabajo en la policía local. Era momento de relajarse y comenzar a disfrutar del día franco junto a sus respectivas familias.
Como ambos viven en barrios aledaños, decidieron irse caminando rumbo a la parada de colectivos ubicada en Güemes y Moreno. Claro que a esa altura, ninguno podía llegar a imaginar la situación extrema que el destino les tenía preparada para pocos minutos después. Y mucho menos que iban a ser los «ángeles» encargados de salvarle la vida a un bebé de apenas 45 días.
Pero así fue. El primer guiño del azar se produjo mientras caminaban rumbo a la mencionada intersección y la 506 pasó sin darles ninguna posibilidad de llegar. «No importa», pensaron. «Estamos de franco».
La decisión conjunta fue caminar hasta Vieytes y Moreno y esperar por el primer colectivo que llegara. Tenían dos opciones: la 514 y la 506.
Al ratito llegó la «14» y casi al unísono, la «6». «Casi tomamos otro colectivo, pero por esas cosas de la vida nos decidimos por la 514», mencionó esta mañana Maxi Camillieri, uno de los héroes de la tarde de ayer, en diálogo con Bahía 24.
La unidad venía llena, como habitualmente sucede en ese horario. Pero más allá del bullicio, unos gritos desesperados llamaron la atención de los efectivos apenas una cuadra y media después de haberse subido.
«Una señora se nos acerca diciendo que un bebé se estaba ahogando en la parte trasera. Enseguida me acerqué y le pregunté a la mamá si estaba tomando la teta y me dijo que no, que se había atragantado con su saliva. Lo primero que atiné fue tomarle los signos vitales, mirar si estaba respirando y cómo estaba su temperatura. Mientras tanto, mi compañero, se acercó al chofer del colectivo para ver si podía desviarse de su recorrido y dirigirse al Hospital Municipal», agregó Camillieri.
«Afortunadamente el colectivero aceptó enseguida nuestro pedido y ahí fue cuando le pasé el bebé a mi compañero para que le practique la maniobra de Heimlich. Mientras tanto, yo lo iba sosteniendo para evitar que realice un mal movimiento por el traqueteo del andar del colectivo», acotó.
Mantenerse con la cabeza fría y recordar lo aprendido en la Escuela de Policía fue clave para lograr el objetivo. Pero claro, esos minutos parecieron horas y fueron realmente desesperantes.
«Practicarle esa maniobra a un bebé es mucho más complicado, porque es muy chiquito. En un primer momento, cuando empecé con los movimientos y lo di vuelta por primera vez, pensé que se me iba, porque no reaccionaba y estaba muy morado. Pero media cuadra antes de llegar al hospital, largó ese líquido que estaba obstruyendo sus vías respiratorias y comenzó a hacer un jadeo como para querer llorar. Ahí me volvió el alma al cuerpo», expresó Altamirano.
El protocolo policial afirma que en ese tipo de casos se debe frenar y esperar una ambulancia, pero la predisposición del colectivo resultó otro eslabón fundamental en esta cadena de socorro.
«Fue una situación tremenda. De la teoría a la práctica hay un abismo. No es lo mismo hacerle la maniobra a un muñeco que a un nene que se está ahogando y que depende de vos», sintetizó Altamirano.
La tranquilidad parcial para estos dos policías llegó recién cuando una de las doctoras se acercó y les confirmó que el pequeño estaba delicado, pero «estable». Sin embargo, a esa altura, y todavía con la adrenalina a flor de piel, ninguno de los dos había alcanzado a dimensionar la magnitud de lo que les había tocado vivir.
«Después de lo que pasó me tocó ir a la casa de mi suegra, que tiene un bebé de 20 días y cuando lo agarré a upa me temblaban las manos, porque recordaba la situación que había vivido», contó, todavía emocionado, Altamirano.
«Mi nena me preguntaba si había salvado a un bebé y cuando le dije que sí, se emocionó hasta las lágrimas. Fue un mundo de sensaciones y anoche me costó dormir», dijo, por su parte, Altamirano.
Si bien permanece en terapia intensiva, el pequeño Benjamín se encuentra estabilizado y con expectativas de recuperarse. Y esta posibilidad se debe, sin dudas, al accionar y a la valentía de estos dos efectivos.
De hecho, esta mañana, la doctora Graciela González Prieto, vocera del Hospital Municipal, mencionó que gracias la rápida determinación de Altamirano, Camillieri y del chofer de la 514 de cambiar el recorrido del colectivo para llegar más rápido al hospital, fue determinante para que el niño no sufriera «consecuencias importantes en el cerebro».
Ahora les queda un último paso. Esperar por la buena evolución del pequeño Benja y poder conocer a su mamá y a quien seguramente desde ahora será «su ahijado postizo».
El accionar de estos dos efectivos pone en evidencia una vez más la importancia de conocer las maniobras de reanimación y cómo practicarlas porque está claro «salvan vidas».