Este lunes a las 9:30 AM hora de Milán (7:30 GMT) murió el ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi en el hospital San Raffaele, donde estaba ingresado desde el viernes pasado tras sufrir problemas de salud relacionados a la leucemia que padecía hace tiempo y que se intensificaron durante el fin de semana.
Tres semanas antes había recibido el alta luego de pasar 44 días ingresado por una pulmonía. Esta vez la situación se agravó y se precipitó el desenlace. Tenía 86 años. Al centro de salud llegaron poco después del deceso su hermano, Paolo Berlusconi, y minutos más tarde sus hijos Marina, Eleonora, Barbara y Pier Silvio.
Empresario de la construcción, magnate de las telecomunicaciones, presidente más exitoso del fútbol italiano, primer ministro con el récord de permanencia en el cargo. Odiado y amado por igual. Admirado y temido. Genial hombre de negocios para algunos, criminal con vínculos con la mafia para otros. Silvio Berlusconi fue todo esto y mucho más: el hombre que dividió a los italianos como nadie hizo en más de 70 años de vida republicana.
El ex Cavaliere fue un personaje multifacético que en el ocaso de su vida pasó a jugar el papel del líder sabio, el moderado capaz de frenar los arrebatos autoritarios de sus herederos políticos Giorgia Meloni y Matteo Salvini. Casi un padre de la Patria, elogiado y respetado incluso por sus adversarios históricos. Un giro sorprendente para quien supo ser un populista de manual, un Trump ante litteram.
Cariñosamente apodado “Il Cavaliere” (El Caballero), su carrera estuvo marcada por una serie de escándalos políticos, financieros y personales, muchos de los cuales lo llevaron a los tribunales.
Fue juzgado por cargos que van desde evasión de impuestos y soborno hasta corrupción y tener relaciones sexuales con una prostituta menor de edad. Pero solo se mantuvo un caso: una condena de 2012 por evasión de impuestos en un acuerdo que involucraba derechos de televisión.
Berlusconi fue expulsado del parlamento en 2013. Pero nunca se dio por vencido en la lucha, resurgió a principios de 2018 como una especie de anciano estadista abuelo, el rey de una alianza de derecha que involucra a su partido Forza Italia.
Después de que el Tribunal de Milán le otorgara la “rehabilitación” más tarde ese año, levantando efectivamente la prohibición de reingresar a la política que estaba vigente luego de su condena por fraude fiscal en 2012, anunció que se postularía para un escaño en el Parlamento Europeo.
Fue elegido en mayo de 2019, a los 83 años, y permanecía en el cargo como diputado al Parlamento Europeo en el momento de su muerte.
Fuente: Infobae y CNN