“¿Si quiere discutir el cronograma electoral por qué no nos convoca a nosotros que somos los que juntamos los votos?, ¿qué tiene que debatir las PASO con la cúpula de la CGT y encima provocar un cisma sindical porque no invitó a Pablo (Moyano) a la cena en Olivos?”(Sic).
La frase que se escuchó anoche en el bar del Hotel Capital Hilton de Washington DC salió de boca de uno de los gobernadores del Norte Grande que están en la capital americana desde el lunes buscando financiamiento para la región y apoyo para el desarrollo de las economías regionales.
El looby del hotel estaba en su esplendor. La comitiva argentina liderada por el ministro Eduardo Wado De Pedro, siete gobernadores y un vicegobernador esperaban los vehículos oficiales que los llevarían a la última actividad del día (la cena en la embajada argentina con representantes del Departamento de Estado), cuando en medio de la agenda bilateral con Estados Unidos y los organismos multilaterales, se coló la polémica por el cronograma y mecanismo de elección de los candidatos presidenciales el próximo año.
Fue ahí cuando uno de los gobernadores se despachó con la furibunda crítica a Alberto Fernández por la cena del lunes en Olivos con parte de la cúpula de la CGT. Por lo pronto nadie se inmutó. Al contrario. Por el devenir de los comentarios posteriores quedó claro que todos estaban de acuerdo en el escaso tacto del Presidente para plantear temas nacionales en el momento menos indicado y con los interlocutores menos válidos.
Los que tomaron la voz cantante fueron los oficialistas. Para Gildo Insfrán de Formosa, Ricardo Quintela de La Rioja, Raúl Jalil de Catamarca, Gerardo Zamora de Santiago del Estero, Jorge Capitanich de Chaco, Gustavo Sáenz de Salta; y, hasta para el vicepresidente de la Legislatura de Tucumán, Regino Amado, el Frente de Todos tiene que impulsar la derogación de las PASO.
Ninguno de ellos tiene un problema con el sistema en sus respectivos distritos. Porque excepto Chaco, ninguna provincia peronista del norte tiene habilitada las internas abiertas provinciales. Pero, como líderes federales del Frente de Todos, están preocupados por el devenir del 2023.
El crisol político argentino que llegó a Washington es más que interesante. No sólo está representado el oficialismo con esos gobernadores peronistas, sino la oposición con Gerardo Morales de Jujuy en su doble condición de gobernador de Juntos por el Cambio y Presidente del radicalismo, y las provincias llamadas independientes con Oscar Ahuad Herrera de Misiones.
Verlos actuar en bloque conjunto frente a los distintos interlocutores locales (ayer pasaron por el Banco Mundial, el Bid y el Departamento de Estado) es todo lo que está bien. A la hora de defender los intereses de la región, una de las más postergadas del país, no hay grieta. Los gobernadores vienen afianzando un vínculo que excede lo político desde que se reunieron en el llamado grupo del Norte Grande. Todos los meses se reúnen de manera presencial y rotativa en cada una de las provincias y a esos encuentros, además, acude el ministro del Interior y, muchas veces, el Jefe de Gabinete Juan Manzur.
Avanzan en políticas de estado unificando criterio. Guardianes de sus respectivos territorios, saben diferenciar los tiempos de discusión electoral con los de acción ejecutiva. Y prima, ante todo, la lógica política.
Obvio que hay diferencias. Hasta entre los mismos peronistas. Pero sobre todo hay sensatez. Un recurso tan escaso en los últimos tiempos en la política nacional.
Ahora bien. Con la misma convicción conque insisten en la conveniencia de levantar las PASO definitivamente, son conscientes de que ese deseo quedará trunco si Alberto se empaca. Ahí es el momento en que todos miran para el Senado. Casi sin diálogo con el Presidente, los gobernadores hace rato que giraron hacia Cristina. Hoy la reconocen como la líder indiscutida del oficialismo. Y a ella le exigen, por ende, que ordene políticamente al oficialismo y esto, desde ya, incluye al Presidente.
Pero las PASO no sólo son hoy una ley vigente, sino que las partidas están incluídas en su totalidad en el Presupuesto Nacional para el año próximo. De los 70 mil millones de pesos que el Ministerio del Interior calculó que necesitará para todo el cronograma electoral (Economía le autorizó sólo 50 mil millones) unos 25 mil son los calculados para la interna abierta, simultánea y obligatoria. Es que las PASO —por su dinámica— es la que más recursos monetarios absorbe.
“A los liberales y libertarios los podés tener de aliados, con sólo contarles lo que se puede ahorrar en gasto público”, chicaneaba otro integrante de la comitiva. Está claro que en una República no se discute el costo de la democracia. Tan claro como que para conseguir el objetivo cualquier atajo les queda bien.
Tan obsesionados están los mandatarios en evitar las PASO, que hasta pensaron en hacer un comunicado conjunto que después terminó diluyéndose. En el medio hasta buscaban argumentos para convencer a Gerardo Morales. El jujeño que oficia de estrella de la delegación porque en su rol de opositor es mostrado aquí ante los interlocutores de turno como prueba de madurez política de la Argentina, resistió estoico todos los intentos de sus colegas.