Según las primeras proyecciones de los resultados del escrutinio, la coalición de derecha de Giorgia Meloni, líder del partido posfascista Hermanos de Italia, triunfó hoy en las elecciones legislativas italianas con más del 42% de los votos. Su partido fue el más votado, con el 26% de las preferencias.
Semejante victoria hará que Italia, la tercera economía de Europa, pase a estar gobernada por el gobierno de más extrema derecha, soberanista y populista desde la Segunda Guerra Mundial, algo que crea pavor ya que puede hacer saltar por los aires los equilibrios de la Unión Europea (UE), bloque marcado por la guerra en Ucrania.
La coalición de Meloni, aliada con la derechista Liga de Matteo Salvini y el más moderado Forza Italia, del expremier y magnate, Silvio Berlusconi, tal como habían previsto los sondeos, derrotó sonoramente a la centroizquierda y tendrá una cómoda mayoría en las dos cámaras del Parlamento. Hermanos de Italia superó con creces tanto a la Liga, que cosechó menos del 10%, en un pésimo resultado para “el capitán”, como a Forza Italia, que arañaba un magro 7%.
“Es el tiempo de la responsabilidad. Italia nos ha elegido y nosotros no la traicionaremos, como nunca la traicionamos”, aseguró Meloni cuando apareció, visiblemente contenta, pasadas las 2 y media de la mañana, en el búnker de su partido e hizo un breve discurso de la victoria de tonos moderados, pero patrióticos. “Gobernaremos para todos los italianos, para unir a este pueblo”, prometió, mostrándose no eufórica, sino consciente del momento complejo del país, en el que es esencial “el respeto recíproco y un clima sereno”. “Nuestro gran objetivo es que los italianos estén nuevamente orgullosos de ser italianos y orgullosos de hacer flamear la bandera tricolor”, también dijo la futura premier de Italia, que agradeció luego a sus socios de coalición, a sus familiares y a los miembros de su partido, que demostró que “las apuestas imposibles son posibles”, según destacó. “Es una noche de orgullo, de rescate, de lágrimas, de abrazos, sueños y recuerdos”, también dijo, emocionada por una hazaña histórica de su partido.
La ley electoral italiana favorece a las formaciones que consiguen crear pactos antes de las elecciones, lo que les otorga un número de escaños superior al de su número de votos.
Meloni expresó que los votantes habían dado un claro mandato a la derecha para formar el próximo gobierno y pidió unidad para ayudar a enfrontar los numerosos problemas del país.
«Si somos llamados a gobernar esta nación, lo haremos para todos los italianos, con el objetivo de unir al pueblo, de exaltar lo que lo une y no lo que lo divide», dijo Meloni a periodistas. «No traicionaremos su confianza».
Según la RAI, la alianza de derecha ganaría entre 227 y 257 de los 400 escaños de la Cámara Baja, y entre 111 y 131 de los 200 del Senado. Los resultados completos se esperan para las primeras horas del lunes.
Como líder del mayor partido de la alianza ganadora, Meloni es la opción obvia para convertirse en primera ministra, pero el traspaso de poderes es tradicionalmente lento y podría pasar más de un mes antes de que el nuevo gobierno tome posesión.
Meloni, de 45 años, resta importancia a las raíces posfascistas de su partido y lo presenta como un grupo conservador. Se ha comprometido a apoyar la política occidental sobre Ucrania y a no correr riesgos indebidos con la tercera economía de la zona euro.
Sin embargo, es probable que el resultado haga saltar las alarmas en las capitales europeas y en los mercados financieros, dado el deseo de preservar la unidad en las relaciones con Rusia y la preocupación por la enorme montaña de deuda italiana.
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Baja participación sin precedentes.
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El resultado culmina un notable ascenso de Meloni, cuyo partido solo obtuvo el 4% de los votos en las últimas elecciones nacionales de 2018, pero esta vez se pronostica que saldrá como la mayor formación de Italia con alrededor del 22-26%.
El respaldo, sin embargo, no ha sido rotundo, ya que los datos provisionales apuntan a una participación de apenas el 64,1% frente al 74% de hace cuatro años, una cifra récord en un país que históricamente ha gozado de un alto nivel de participación electoral.
Las primeras elecciones nacionales de otoño boreal en Italia en más de un siglo fueron causadas por las luchas internas de los partidos que hicieron caer al amplio gobierno de unidad nacional del primer ministro Mario Draghi en julio.
Italia tiene un historial de inestabilidad política y el próximo primer ministro dirigirá el gobierno 68 del país desde 1946 y se enfrentará a una serie de retos, especialmente el aumento de los costos energéticos y los crecientes obstáculos de la economía.
El nuevo y reducido parlamento no se reunirá hasta el 13 de octubre, momento en el que el Jefe de Estado convocará a los líderes de los partidos y decidirá la forma del nuevo gobierno.