El tallo del girasol, uno de los desechos de la producción de dicha oleaginosa, es la base de un producto sustentable ideado por seis alumnos y alumnas de Ingeniería Civil de la UNS, que busca ser un aislante térmico y acústico económico.
“Es un material amigable con el ambiente, de fácil fabricación e inserción directa en el mercado”, resumen los autores, que tienen entre 23 y 26 años y cursan dicha carrera del Departamento de Ingeniería.
El grupo está compuesto por Elías Flores (nacida en Pigüé), Karla Galech (Viedma), Juan Pablo Pérez (Gral. Roca), Mailén Rossini (Gonzáles Cháves), Agustín Schavinsky (Punta Alta) y Emilia Verney (Viedma), coordinados por los docentes Romina Meneses y Juan Manuel Moro.
“En la práctica profesional supervisada de la carrera nos propusieron un desafío innovador con residuos de la agroindustria. Así surgió ´Giracrete´, que utiliza lo que queda de la campaña de cosecha del girasol y a su vez, reemplaza productos tradicionales que tienen impacto negativo en el medio ambiente”, contó Emilia.
“Nos basamos primero en un hormigón de cáñamo y luego, intentamos una fabricación tipo celulosa, licuando y filtrando el tallo, con la utilización de aglomerantes”, informaron.
Según explicó Emilia, se están probando distintas opciones de aditivos para conseguir nuevas propiedades, como que sean ignífugos y durables.
“Los alumnos investigaron sobre el tallo, que no tiene uso, y lo mezclaron con cal o cemento, y otros aditivos. El tallo es un material fácil de triturar y permite crear placas para colocar en muros o cielorrasos. Es una solución moderna, que reduce las emisiones de dióxido de carbono que se producen en la industria de la construcción y ahorra recursos energéticos no renovables”, destacó Moro.
La propuesta ganó el primer lugar en el primer concurso del que participó: El Grupo de Inventores de Occidente, con sede en México, le adjudicó el concurso sobre materiales de construcción sustentable y una nominación para participar como representante argentino en los Premios Innovation Project 2024.
“Ganamos el concurso que se hizo por país. Ahora competiremos con propuestas de 12 países del continente y nos da un aliciente para seguir probando alternativas, especialmente para hacerlo económicamente viable”, agregó Emilia.
En nuestro país, se cosechan 3,4 millones de toneladas de girasol por año. El 55 por ciento de la producción nacional se cultiva en territorio bonaerense. Una de las características de este cultivo es que sus tallos son largos (pueden crecer hasta 3m) y no tiene un fin, diferente a la flor y las semillas que sí se utilizan comercialmente.
“El volumen de desechos es importante, por eso creemos que es una solución viable. Trabajaron con tallos de cosechas de campos de Tres Arroyos y Carhué. Cuando ponemos buenas ideas al servicio de los estudiantes, estas se potencian y se mejoran”, cerró Moro.