Marta Ungaro, hermana de Horacio, uno de los estudiantes secuestrados y asesinados durante la última dictadura cívico militar en la denominada «Noche de los Lápices», afirmó que «cada 16 de septiembre», en las marchas y actos que se realizan para conmemorar ese crimen del terrorismo de Estado «los chicos salen del pozo donde los mataron y viven en cada joven que lucha por construir un país mejor».
«A 46 años de La Noche de los Lápices, la reflexión que hago es que sigue la impunidad. Continúa el juicio por los hechos del Pozo de Banfield, donde estuvieron los chicos, pero aún no hay sentencia. El responsable de ese lugar, Juan Miguel Wolk, está con arresto domiciliario cuando debería estar en cárcel común, perpetua y efectiva», expresó a Télam Marta Ungaro.
En ese sentido, deploró que «no nos da la vida biológica, ni a los represores ni a nosotros» para esperar una justicia que todavía tarda en concretarse.
«El juicio debería hacerse varios días a la semana para que pueda finalizase cuanto antes. Eso permitiría dar un ejemplo a la sociedad. Se entendería que existe un castigo y que esas cosas no pueden volver a repetirse en Argentina», fundamentó.
Así se refirió la Ungaro al juicio unificado por los delitos cometidos durante la última dictadura militar en tres centros clandestinos de detención conocidos como el Pozo de Banfield, el Pozo de Quilmes y El Infierno, en Avellaneda, y que funcionaron en dependencias de la Policía bonaerense.
Ese proceso oral y público comenzó en octubre de 2020 y son juzgados 16 represores, entre ellos el exmédico policial Jorge Berges y Juan Miguel Wolk, apodado «El nazi» y responsable del Pozo de Banfield, donde estuvieron alojados los estudiantes secuestrados el 16 de septiembre de 1976.
«Wolk sabe dónde están chicos nacidos en el Pozo de Banfield, como la hermana de Clarita Petrakos. Hay varios casos de partos clandestinos y muchas personas que esperan restituir sus identidades».
Sin embargo, y a pesar de su enojo con la lentitud judicial, Marta Ungaro sonríe al afirmar que «los lápices siguen escribiendo» y en cada una de las marchas de conmemoración que se hacen los 16 de septiembre, «los chicos salen del pozo (de Banfield) donde los mataron»
«Los veo en cada joven que marcha y reivindica la construcción de un país mejor. Ese día, el 16, están más vivos que nunca. Los estudiantes hoy siguen escribiendo y marchando por salud, por vivienda, por educación, una educación digna, con conexión, materiales, con sus padres con trabajo. Ellos son los responsables de continuar con la memoria, la verdad, y con seguir exigiendo justicia», destacó Marta.
Para Ungaro, «las calles y las escuelas deberían llevar los nombres de quienes marcaron el camino de un proyecto de país para todos» como lo hicieron los estudiantes de «La Noche de los Lápices», en vez de reivindicar a figuras como Julio Argentino Roca que estuvo «implicado en la masacre de indígenas», afirmó Marta.
Días atrás, la comunidad de la Escuela 12 de la localidad platense de Gonnet, junto a familiares de Horacio Ungaro, reclamaron que se restituya a ese colegio el nombre del adolescente que había sido elegido por unanimidad, en el 2006, en homenaje a su lucha estudiantil.
La escuela está ubicada en 495 entre Centenario y 15 bis, de Gonnet y en el 2006, por decisión de la comunidad se decidió llevaría el nombre de Horacio Ángel Ungaro, lo que en ese momento fue avalado por resolución de la Dirección General de Educación y Cultura bonaerense, firmada Adriana Puigross, la titular de la cartera provincial de ese momento, .
En la resolución se tuvo en cuenta que Horacio había sido alumno del establecimiento y se destacó «su conciencia crítica que lo llevó a sostener una activa militancia en pos de una sociedad justa y solidaria» pero en el 2015, la escuela modificó su estructura, en el marco de cambios en el nivel medio impuestos por el Gobierno provincial, y el establecimiento perdió su nombre pasando a llamarse «Manuel B. Gonnet», quien fuera exministro de obras públicas bonaerense de 1884 y diera nombre a esa localidad.
La hermana de Horacio Ungaro reiteró su reclamo de que esa escuela lleve el nombre de su hermano, de quien recordó que «estaba en 5to año, quería estudiar medicina y lo imagino cómo hubiera trabajado en pandemia».
«Hoy los chicos serían ingenieros, abogados, arquitectos al servicio de la construcción de un país mejor, con barrios populares, con salud para todps, en defensa de las conquistas laborales y con trabajadores calificados», imaginó emocionada.
La noche del 16 de septiembre de 1976, las fuerzas represivas secuestraron a Horacio Ungaro junto a un amigo que se había quedado a dormir en su casa: Daniel Alberto Racero.
Además de Horacio y Daniel, fueron secuestrados Claudio De Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone y Francisco López Muntaner; en tanto el 17 de septiembre los represores apresaron a Emilce Moler y Patricia Miranda y cuatro días después fue detenido Pablo Díaz, pero una semana antes habían secuestrado al estudiante Gustavo Calotti.
Todos fueron conducidos al centro clandestino de detención «Arana», donde se los torturó durante semanas, y luego se los trasladó al Pozo de Banfield. Moler, Díaz, Miranda y Calotti recuperaron la libertad, en tanto los seis restantes permanecen desaparecidos.
(Télam)